Con tasas de anemia de 51,1% en niños de zonas rurales, la situación del Perú pide que más empresas se unan a la lucha contra el hambre. Una de las opciones más rentables es justamente donar alimentos.
Como porcentaje de la oferta interna total de alimentos, el Perú perdió en el 2017 el 8,8% de todos los que produjo, situación que ubicó al país –para la categoría de alimentos desechados- en el puesto 89 de 113 del Índice Global de Seguridad Alimentaria, elaborado por The Economist.
Las cifras que describen la situación alimentaria del país –y que afectan la productividad de su fuerza laboral- son variadas: si, por un lado, encontramos que en los últimos cinco años la desnutrición crónica bajó en 6,4 puntos porcentuales en menores de cinco años (hoy en 13,1%); por el otro lado, también tenemos que aún el 51,2% de los niños de 6 a 35 meses en áreas rurales tiene anemia, según el Ministerio de Agricultura.
“Un estudio del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas con la Cepal encontró que la mala nutrición les cuesta a ciertas economías en Latinoamérica el 3% del PBI anual”, informó la representante del PMA para el Perú, Carmen Burbano de Lara.
En este sentido, si el Perú busca ponerle fin al hambre en doce años, tal como señala la Agenda 2030, al trabajo del Estado deberá sumarse el del sector privado, afirmó Burbano de Lara.
DONACIONES RENTABLES
En agosto del 2017, se promulgó la Ley 30631, que amplió el límite de deducibilidad de gastos por concepto de donaciones de alimentos en buen estado para efectos del impuesto a la renta. Gracias a ello, el Banco de Alimentos del Perú, asociación cuyo objetivo es recuperar alimentos que han perdido su valor comercial para luego donarlos, logró rescatar 2.640 toneladas de alimentos, un 210% más que en 2016.
Así, el banco funciona como un puente entre la empresa y los que tienen hambre, habiendo ayudado en el 2016 a 100 mil personas.
“Este contexto pide que las empresas y el Estado trabajen para que los 2,5 millones que declararon haber pasado hambre entre el 2014 y 2016 mejoren su calidad de vida”, sostuvo el presidente del consejo directivo del organismo, Leslie Pierce.
Las empresas cumplen así una doble función: social al mitigar el hambre y financiera al mismo tiempo que recuperan parte de sus gastos.
“No tiene sentido que una empresa que cuenta con un producto con el que puede alimentar, solo lo puede volver rentable destruyéndolo”, afirmó Pierce.
EDUCACIÓN ALIMENTARIA
Uno de los esfuerzos sostenidos del Estado desde el 2006 está dedicado a la lucha contra la anemia. En este sentido, cbc, empresa embotelladora con presencia en el Perú desde hace casi tres años, creó un programa educativo en Cieneguillo, Sullana, que ha reducido la tasa de anemia de 50% a 20% en las 220 familias participantes.
“Si consideramos que el 85% de nuestra mano de obra es local, los más perjudicados de que no exista buena calidad de vida en la zona de operación somos nosotros. Esto se aplica para todas las empresas del país”, sostuvo la gerenta de asuntos corporativos, Diana de la Torre Ugarte.
Para Burbano de Lara, no obstante, el sector privado aún puede hacer mucho más. “Por ejemplo, los gremios que se unieron para mejorar la educación ya se dieron cuenta de que esta inversión solo es eficiente si los beneficiados tienen una buena base alimenticia previa”, concluyó.
(Este artículo fue publicado previamente en El Comercio)